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LA PROCRASTINACIÓN: EL ARTE DE DEMORAR LAS TAREAS

LA PROCRASTINACIÓN: EL ARTE DE DEMORAR LAS TAREAS

jueves 3 de octubre, 2013

LA PROCRASTINACIÓN: EL ARTE DE DEMORAR LAS TAREAS

La “trampa” de los preparativos: No nos decidimos a iniciar o retomar una tarea hasta que consideramos que todo está perfectamente preparado para acometerla. Que en muchos casos el tiempo dedicado es demasiado prolongado dejando el tiempo disponible para trabajar muy reducido. Preparar un proyecto es esencial  e imprescindible, pero una exacerbación de esta fase inicial puede acabar en divagaciones y pérdida de entusiasmo.  A menudo, esta fase es un autoengaño, una excusa para iniciar la tarea que debemos realizar.

Para combatir este riesgo, podemos limitar el tiempo a los preparativos y respetarlo, incluso, dado el caso, tener alguien cerca que nos redirija hacía los verdaderos objetivos.

Recordar que aunque no esté todo preparado de manera perfecta es mejor actuar, porque el resultado será palpable aunque admita mejoras, que la letargia de no haber empezado el trabajo.

LA PROCRASTINACIÓN: EL ARTE DE DEMORAR LAS TAREAS

La procrastinación es el hábito de demorar las tareas porque nos dan pereza o entrañan alguna molestia.  El procrascrastinador aplaza una y otra vez una tarea concreta, de modo que justifica la opción de diferirla en el momento que debería acometerla; provocando que esta “manía” afecte a su capacidad productiva y de organización tanto a nivel personal como laboral. 

Las soluciones para vencer la procrastinación van desde vencer la pereza mental pensando en el resultado, rescatar la fuerza de voluntad o dividir en fases.

Gestionar bien el tiempo no es tanto una cuestión de utilizar bien el reloj, sino de utilizar bien la brújula.

Algunas claves para poner freno a este trastorno:

  1. Vencer la pereza mental : La clave está en empezar, lanzarse y actuar. Iniciar un proyecto desde cero da pereza, pero debemos empezar para conseguir un resultado.
  2. Pensar en el resultado. Visualizar lo que conseguiremos realizando la tarea.
  3. Superar el miedo a los grandes retos: La pereza que da empezar una tarea aumenta de forma proporcional al tiempo o esfuerzo que suponemos nos llevará completarla. Dividirla en partes más pequeñas nos ayudará a afrontarla con más energía. Fase a fase para superar el reto. Y además, a medida que avanccemos, nos daremos cuenta que no que era una montaña ya no es tanto.
  4. Optar por la investigación activa. Recabar información y aplicarla a nuestra tarea de manera activa. Hoy en día está a nuestro alcance información de cualquier tema a golpe de clic. No nos limitaremos solo a consultar esta información sino de manera activa la incorporaremos a nuestro proyecto.
  5. Rescatar la fuerza de voluntad. La pereza y el temor no nos deben frenar. En alguna parte está nuestra fuerza de voluntad hay que rescatarla. Incluso podemos decirnos mentalmente que no nos venza la procrastinación.
  6. Concentración. Los procrastinadores suelen tener una “mente voladora” por lo que las distracciones son muchas y peligrosas. Si hemos decidido llevar a cabo un proyecto, hay que trabajar en él ya, ahora, y no permitir que otras tareas urgentes, la fatiga, el aburrimiento, la indecisión o las tentaciones desvíen nuestra atención y esfuerzo. Es bueno tomarse respiros, para desconectar  lo mejor es cambiar de tarea, intentar evitar ponerse a ver la tele, sentarse en el sofá o navegar sin rumbo por Internet. Es mejor seguir trabajando pero en otra cosa. Si sucumbimos a la pereza nuestra concentración se irá al traste.
  7. El peligro de lo “casi terminado”.Hemos avanzado poco a poco, realizando nuestra tarea en fases y cuando ya está “casi terminada”, la impaciencia y la urgencia por ver los resultados nos impulsa a tomar decisiones precipitadas y dejar el proyecto mal rematado. Es paradójico pero los procrastinadotes finalmente se vuelven hiperactivos. Los resultados de la precipitación final son, que podíamos haberlo hecho mejor, después de tanto esfuerzo. Por eso antes de zanjar el proyecto  hay que saber esperar y perfilar algún aspecto que no estemos satisfechos del todo, aunque por supuesto sin aspirar a la perfección.
  8. Orgullo personal. La satisfacción por el deber cumplido. El placer por el objetivo cumplido con gran esfuerzo. El orgullo personal de sentirnos capaces de afrontar nuestros retos  y resolver los obstáculos en el camino será el estimulo necesario para generar nuevas ilusiones y hacer frente a nuevos desafíos.